Por Editorial Red Familia
A poco que reflexionemos nos daremos cuenta de que todos, absolutamente todos, somos el resultado de la unión de un hombre y una mujer. Si no se hubiera dado esa unión, ¡simplemente no existiríamos! Sin embargo, si la unión es sólo física, aunque se produzca como resultado un hijo, la constitución de la familia es extremadamente débil y no ofrece garantía alguna para ninguno de sus miembros.
El problema no es cómo empieza la familia sino cómo se consolida y permanece, para ofrecer a las personas que la forman todo lo que necesitan para su desarrollo humano. Por algo una de las leyes de la naturaleza es que cada niño tenga una mamá y un papá, porque eso es lo que necesita durante los primeros años de su vida, 18 y más, para desarrollarse como corresponde a su dignidad humana. Este es el ser que nace más indefenso, que requiere de cuidados de sus padres durante más tiempo, mientras aprende a valerse por sí mismo.
El niño y la niña necesitan de su madre y su padre, y los necesitan unidos para crecer con un sentimiento de seguridad que sólo esa unión les puede dar.
Es necesario despertar la conciencia de los padres de familia para que garanticen a sus hijos la solidez de su familia por el bien de todos sus miembros, incluidos por supuesto los mismos padres.
Todos los esfuerzos encaminados a favorecer la fortaleza de la familia mexicana son bienvenidos y nos dan esperanza de un futuro mejor.
Red Familia 